La Iglesia Católica quiso ya desde un principio conmemorar la muerte de Jesús el mismo día en que lo relatan los evangelios. Al igual que ahora, en aquél tiempo los judíos se servían del calendario lunar y, por este motivo, la Iglesia ha sido fiel a éste.
Así el calendario de Semana Santa se rige por la fecha en que se celebra el Día de Pascua, lo que nosotros llamamos Domingo de Resurrección, que es el domingo siguiente a la luna llena del mes de Nisán. Este es el mes de los judíos, que se corresponde al periodo comprendido entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Dicho de una forma más fácil, el domingo después de la primera luna llena de primavera es el Domingo de Resurrección. Sin olvidar que para quienes habitan en el hemisferio Sur se refiere a la primera luna llena de otoño.
La historia nos cuenta como un monje llamado Dionisio “el Exiguo” fijó las fechas del nacimiento y de la muerte de Jesús. Propuso a la iglesia, dado el largo tiempo transcurrido desde la desaparición del Imperio Romano, que "los años fueran contados a partir del primero de enero siguiente al nacimiento de Cristo". Gracias a sus escritos y posteriores estudios se aceptó el viernes 7 de abril como el día en que murió Cristo: el primer Viernes Santo de la historia.
A partir del Concilio de Nicea, en al año 325, el Domingo de Resurrección comenzaría a celebrarse el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera, es decir, el primer domingo que sigue a la decimocuarta noche de lunación. Con el fin de que no hubiera coincidencia con la festividad judía de la Pascua y, así, evitar confusiones y paralelismos entre las dos comunidades religiosas, la Iglesia añadió una semana.
De esta forma, la Semana Santa se sitúa entre el 22 de marzo y el 18 de abril, ya que la primera luna llena de primavera tiene lugar entre el 8 de marzo y el 5 de abril. Vemos una diferencia de dos semanas entre ambos periodos: una primera semana debida a que el Día de Pascua se celebra el domingo siguiente a la primera luna de primavera y, una segunda semana, la añadida por la Iglesia para evitar confusiones con la celebración judía